martes, 21 de abril de 2009

El presunto autor del asesinato de la calle Ídolo justifica el alcohol y las drogas como atenuantes del crimen

  • El procesado cambia su versión alegando que trató de defenderse de un abuso sexual
  • La ‘novia’ de V.Z. desmonta su versión y declara que no bebió alcohol aquel día
  • La Policía ve “probable” que el primer apuñalamiento se produjera en la cama
El acusado, de nacionalidad ucraniana, necesitó los servicios de una intérprete en su comparecencia en la vista.
  El acusado, de nacionalidad ucraniana, necesitó los servicios de una intérprete en su comparecencia en la vista. · Autor: Jesús Navas

En la primera vista del juicio del crimen de la calle Ídolo el presunto asesino de J.M.B.M., propietario de la conocida tortillería Poti-Poti, declaró no recordar nada de los sucedido debido a que el día en que ocurrieron los hechos, la noche del 25 al 26 de agosto de 2007, había consumido alcohol y cocaína. En su relato afirmó que había llegado a Jerez quince días antes, cuando acudió al cumpleaños de la víctima por mediación de un compatriota, ucraniano como él.
Según el procesado, en esa fiesta J.M.B.M. le animó a dejar su domicilio en Brenes (Sevilla) donde residía con su madre y su pareja para venir a Jerez, ofreciéndole su casa hasta que encontrara un trabajo. La convivencia en un primer momento fue buena, señalando que “no tuvo ningún problema con el fallecido”, del que dijo que incluso lo llevó al hospital cuando tuvo una otitis y que le daba dinero y comida cuando lo necesitaba. No obstante, este buen trato de la víctima hacia V.Z. cambió, según el testimonio del acusado, cuando conoció a una chica que trabajaba en un local nocturno y con la que inició una relación sentimental.
La noche de los hechos el joven, que entonces contaba con veintidós años de edad, tras pasar “toda la tarde de fiesta” fue a buscar al propietario de este establecimiento situado en la calle Porvera a la hora a la que acostumbraba cerrar para subir al domicilio que ambos compartían (el fallecido no le permitía estar en la casa sin su presencia), “cambiarse de pantalones” y marcharse con su novia, con la que había quedado.Cuando se estaba quitando la ropa declaró que el fallecido entró en el único dormitorio de la casa y que comenzó a hacerle preguntas del tipo “cómo había ido la noche”, “qué había tomado” o “con quién había estado”.
A continuación, el acusado declaró que le “acarició” y que le preguntó si “quería probar con un hombre”. A lo que respondió que “no le gustaban los chicos” Fue entonces cuando, según el presunto culpable de un delito de asesinato, la víctima le agarró del brazo empujándolo hasta la cama. “Tenía miedo porque quería abusar sexualmente de mí”, añadió en la declaración. El siguiente recuerdo del acusado es encontrar el cuerpo de la víctima que yacía en el suelo de la cocina, “no sabía si estaba muerto”, agregó. En un estado de “nerviosismo y ofuscación”, tal y como expuso su letrado, Manuel Luis Fernández, se lavó las manos, se cambió de ropa y cogió las llaves del vehículo del fallecido y se marchó asustado y confundido por el suceso. Desde Jerez llegó a Algeciras, donde un marroquí le dio alojamiento y de aquí huyó a Barcelona.
El imputado por un delito de asesinato, hurto y hurto de uso, cambió ayer su versión de lo sucedido. Así, en la declaración correspondiente al momento de la detención, en septiembre de 2007 en Barcelona, el acusado no dijo haber estado bajo los efectos del alcohol y las drogas la noche de los hechos o que hubiese habido un intento de agresión al negarse a mantener relaciones con el fallecido.
Al mismo tiempo, la versión de lo ocurrido aquel día que relató ayer la presunta novia de V.Z. es distinta. Esta mujer, llamada a declarar como testigo de los hechos, afirmó que pasó toda la tarde y parte de la noche con el acusado y su amigo, también de origen ucraniano, y que tan sólo llegó a beber un par de refrescos porque “tenía fiebre y se encontraba mal”, razón por la que hasta las 1.30 horas estuvieron juntos y decidió marcharse a casa a descansar. En su declaración, negó haber quedado con el acusado para verse más tarde, pero reconoció que recibió una llamada del presunto autor de los hechos alertándole que “tenía problemas”.
Del mismo modo, los tres funcionarios de la Policía Científica que acudieron como testigos a la vista expusieron las conclusiones extraídas de la inspección ocular del domicilio de la calle Ídolo donde ocurrió el crimen. En este sentido, encontraron manchas de sangre ya sea por salpicadura, contacto o resbalamiento por toda la casa, tanto en los muebles, como en la pared, puertas y en la misma cama. Precisamente, tanto la fiscal como el abogado de la acusación particular, el letrado Juan Pedro Cosano, se encargaron de tratar de demostrar que el primer apuñalamiento se produjo en el lecho que ambos compartían (aunque el acusado añadió ayer en su declaración que nunca durmió con el fallecido y que durante los días que vivió con él siempre descansó en unos sillones que estaban en el salón), donde había rastros de sangre. Una versión que la Policía no pudo confirmar pero que calificó de “muy probable”, debido a que la cama estaba desecha y la zona izquierda de la cabecera estaba impreganada de sangre.
Del mismo modo, los agentes actuantes añadieron que las manchas seguían un itinerario fijo: desde el dormitorio hasta la cocina, donde encontraron el cuerpo de J.M.B.M., junto a un charco de sangre, donde hallaron la hoja del cuchillo de cocina empleada para cometer el crimen. El mango, según declaró uno de los funcionarios de la Policía Científica que intervinieron en la toma de muestras, estaba en el posabrazos del sillón del salón, “perfectamente colocado”.
También en la cocina encontraron huellas sobre un taburete blanco, al que alguien pudo subirse para buscar algún objeto en uno de los muebles. Además de recoger muestras de sangre de la víctima, la Policía se llevó para el posterior análisis cepillos de dientes, cuchillas de afeitar y demás utensilios que pudieran aportar cualquier pista sobre lo sucedido.
El juez llamó también a declarar a la vecina de la víctima, que testificó que aproximadamente a las tres de la mañana escuchó un grito “confuso”, posteriormenteel sonido de un móvil que iba des mayor a menor, “como queriendo bajar el volumen”, y finalmente el ruido del telefonillo “de manera insistente”. No obstante, esta testigo, que apenas había coincidido con el fallecido por diferencia de horarios, descartó llamar a la Policía restándole importancia.
El juez llamó también a testificar a la hermana de J.M.B.M., quien describió al fallecido como una persona “temerosa” y que trataba de evitar los conflictos, con un carácter extrovertido y “capacidad para relacionarse con los demás” y pacífica”, descartando que pudiera haber intentado agredir a V.Z. La hermana del propietario de esta conocida tortillería explicó que “en los días previos había estado distante y serio”. De hecho, según le contó días más tarde un amigo de su hermano que vivía en Francia y con el que chateaba por Internet, J.M.B.M. “tenía algo muy importante que decirle”. De otro lado, la hermana de la víctima afirmó que conocía al presunto asesino, pero ignoraba que cuando sucedieron los hechos vivían juntos en el mismo domicilio. Tampoco tuvo razones para desconfiar de él, “paraba habitualmente por el bar”. En su declaración señaló que aquella noche, cuando estaban cerrando la tortillería, llegó V.Z. acompañado del compatriota ucraniano que le presentó a la víctima, y le resultó extraño que el acusado únicamente saludara a ella y a su pareja y no a J.M.B.M. A continuación se despidió de su hermano que, como cada día, “se llevaba la recaudación a casa”, en la que cree que “tenía mucho dinero”. 

“Lo mató por sorpresa causándole más dolor del preciso para morir, sostienen acusación y Fiscalía

Tanto la Fiscalía como la acusación particular, ejercida por Juan Pedro Cosano, que piden penas de cárcel de 23 y 26 años, respectivamente, señalaron en sus escritos que el acusado “lo mató por sorpresa causándole más dolor del preciso para morir”, y lo hizo “conscientemente”. Asimismo, este último añadió que el cuerpo del fallecido cuando fue encontrado al día siguiente tenía cuarenta y cuatro puñaladas, de un cuchillo de cocina. Respecto al cambio de declaración del procesado, alegando que actuó en defensa propia y con el alcohol y las drogas como atenuantes, Cosano recalcó que en el informe realizado por los psicólogos aparecen “enfrentamientos violentos” en el pasado de presunto autor del crimen de asesinato, que había protagonizado varios conflictos callejeros en su país de origen. El mismo informe recoge frases del acusado como “mi puño es el arma que siempre va conmigo”. El letrado de la defensa, Manuel Luis Fernández, alega que V.Z. trató de defenderse de una agresión por una “provocación intensa”, justificando la actitud del imputado por “diferente visión de la homosexualidad en Ucrania”.

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