viernes, 23 de enero de 2009

Argelia, ¿nuestra Gazprom mediterránea?

Finalizó la crisis del gas ruso. Trece días sin llegar a la Unión Europea, a través de los gasoductos ucranianos. No es la primera vez. Tampoco será la última, muy probablemente.

La pesada broma supuso el corte total de sus suministros a países del otrora compacto Pacto de Varsovia, confiados clientes del gas de la actual Federación Rusa.

Otros, como Alemania e Italia, experimentaron una gran tensión por el drástico recorte de sus aprovisionamientos, mitigándose al comprar gas en otros mercados y utilizar sus reservas estratégicas, en almacenamientos subterráneos. Gazprom, vendedora del gas ruso, ha perdido más de mil millones de euros, al interrumpir sus ventas, en loor de la demostración de poder del Kremlin para asfixiar a la Unión Europea y castigar a antiguos aliados díscolos, como Ucrania.

A nosotros, sin habernos afectado en nada, debería hacernos reflexionar. Más tomar las medidas oportunas para evitar que pueda sucedernos algo similar en el futuro, con nuestro suministrador básico: Argelia.

Dependencia española
Hoy, Argelia maneja la llave de más del 40% del gas que necesitamos. Lo recibimos mayoritariamente por un gasoducto que atraviesa Marruecos y el Estrecho. Sin pretender comparar a Mohamed VI con Yushchenko, confiemos en que Marruecos sea siempre un país de paso más fiable que Ucrania. El suministro se complementa mediante barcos metaneros con gas natural licuado (GNL), que regasificamos aquí.

Un segundo gasoducto, Medgaz, uniendo directamente Argelia con España, sin pasar por Marruecos, entrará próximamente en operación, recién terminado el tendido de la tubería. Sonatrach, la compañía nacional argelina, es el vendedor exclusivo de todo ese gas. Indudablemente habrá seguido con suma atención la reciente guerra gasista de Gazprom, y el poder inmenso que da ser un suministrador insustituible. Para nosotros lo seguirá siendo, al menos a corto/medio plazo. Quizás Argelia también haya comparado la tensión política ruso-ucraniana, con su probable malestar actual con España. Por razones políticas, con posiciones ahora enfrentadas por el tema del Sahara Occidental.

En 2007, Sonatrach incrementó unilateralmente 20% su precio de venta a Gas Natural, probablemente como “regalo” por apoyar nuestro Gobierno el plan marroquí de autonomía sahariana. También hay contenciosos económicos con compañías españolas, Repsol y Gas Natural, ahora pendientes de sendas resoluciones judiciales.

Una, por el abortado proyecto conjunto de Gassi Touil, en su momento el mayor proyecto integrado de gas para Argelia, con 4.000 millones de metros cúbicos (4 BCM) de producción anual prevista. Sonatrach alegó que sus socios españoles incumplieron plazos y presupuesto, paralizándose el proyecto. También retrasándose irreversiblemente sus planes de expansión del negocio gasista.

Otro conflicto, las discusiones hasta ahora irreconciliables sobre el precio del venta del gas que nos suministran. Mantener buenas relaciones con el gobierno argelino y Sonatrach, debería ser prioritario para cubrir nuestras necesidades gasistas, por ser nuestra primera suministradora. Seamos conscientes de que por muchos años más.

Precio del gas
Sonatrach demostró, en el pasado, ser capaz de subir unilateralmente los precios. Los próximos meses, que prometen ser decisivos, podrían afectar directamente a nuestros intereses. Justo cuando estamos inmersos en plena crisis económica. También podría amenazarse nuestra garantía de suministros del necesario gas, si se desatasen definitivamente las hostilidades comerciales entre ambas partes.

En principio, Sonatrach siempre aseguró no tener intención de cortarnos jamás los suministros. Tampoco de controlar el mercado español, pero sin resistirse -ahora menos que nunca, probablemente- a intentar jugar a ser nuestra “Gazprom Mediterránea”. Intentando conseguir precios más altos, que estaríamos condenados a pagar si queremos seguir recibiendo ese gas.

La discusión por el “precio justo” está ya en el Tribunal de Ginebra, en arbitraje a resolver próximamente. Esperemos que ambas partes acepten su dictamen, resignadamente. Si Sonatrach no lo hiciere, ¿estaría tentada a reducirnos sus ventas, alegando perjuicios económicos? Intentarían presentarlo, no como un corte unilateral, sino como un desacuerdo comercial, para buscar mercados alternativos, mejor remunerados. Lo hizo este verano, desviando cargamentos de GNL a Asia, con precios altos.

Afortunadamente para nosotros, hoy y aún por un tiempo, sobra gas en el mundo, no siendo ya tan sencillo encontrar compradores alternativos, en condiciones ventajosas para Sonatrach. Nuestra debilidad es que, lamentablemente para poder mantener una postura negociadora irrenunciable, no nos es posible, ni a medio plazo, encontrar sustitución al gas argelino. Además de ser las decisiones de Sonatrach totalmente incontrolables por España, la posibilidad de una restricción drástica de sus entregas de gas es una constante espada de Damocles para nuestra industria y consumidores. Arbitrajes aparte.

Garantía de suministro
En el próximo semestre, Sonatrach podría presionarnos para subir precios, disminuyendo las ventajas de una energía barata en el sistema energético español. Tiene varias herramientas. Participa junto a Iberdrola y Cepsa -también distribuidores de gas- en el citado gasoducto Medgaz, a través del cual transportará directamente gas que venderá aquí. Es accionista de la planta de regasificación de GNL en Ferrol, cubriendo así las dos alternativas de suministro de gas, canalizado y licuado. También accionista de Energias de Portugal -EDP-, puede comercializar gas adicional en España. Y busca alianzas estratégicas o participaciones directas en centrales eléctricas de ciclo combinado, que utilizan “su” gas.

Con todos estos movimientos estratégicos, Sonatrach cubriría toda la cadena de suministros (y monetización) del gas argelino. Desde sus yacimientos hasta el consumidor, pasando por su transporte, regasificación, generación eléctrica y distribución a los clientes finales. Controlando el precio en origen, más la libertad del mismo en España. Debería preocuparnos que Sonatrach junte todas las cartas para influir decisivamente en la partida gasista española. Gas Natural, vendiendo actualmente unos 20 BCM anuales, aproximadamente la mitad de nuestro consumo, probablemente sólo crecería un 20%, pese a adquirir Unión Fenosa más haber dominado un mercado francamente expansivo.

Socio incómodo
Sonatrach no será socio cómodo para sus compañeros de viaje. Nunca lo fue. Conoce sus fortalezas, jugándolas perfectamente. Justificaba la subida de los precios argumentando una supuesta restricción de oferta. Frente a la competencia, esgrimía sus nuevos contratos. En cuanto a posibles recelos, puede presentar ahora sus alianzas con Rusia y Nigeria, suministradores fundamentales de gas a la UE. Más ser pieza clave de una previsible OPEG (una seudo-OPEP gasista), junto con Rusia, Irán y Qatar, promotores del nuevo cártel. ¿Qué hubiese sucedido si esa aún utópica OPEG hubiera estado ya constituida y operativa, en la última crisis del gas ruso? Me cuesta creer que la UE hubiera conseguido importaciones alternativas de gas, para suplir o compensar el gas ruso ausente, por parte de exportadores miembros del cártel gasista. Cuyo timón ansía Rusia, precisamente.

Teniendo grandes reservas, más ser el mayor exportador africano de gas, Argelia quiere aumentar sus ventas a la UE -65 BCM anuales- en un 25%. Sin pretender equipararse a Rusia, en 2007 anunció querer ser protagonista fundamental en el suministro del gas que necesita el mercado comunitario. Bruselas ya le permite, desde 2008, eliminar los límites geográficos a la exportación, garantizándole adicionalmente que no se incluirán cláusulas territoriales en los contratos futuros. El ejemplo y el poderío de Rusia y/o Gazprom, además de fascinar a Argelia y/o Sonatrach, les estimularán para acelerar sus planes. ¿Medvedev (Dmitri y Alekander), Putin y Miller? También Boutetflika, Khelil y Meziane, y éstos sí que afectan directamente a España.

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