jueves, 26 de junio de 2008

Soldados de la nada

Los jóvenes de Ucrania se van de casa de sus padres a una edad temprana. No se trata de una legítimo afán de emancipación. En realidad no se emancipan, sino que huyen. Temen que algún día llamen a la puerta familiar y les lleven forzadamente a la caja de reclutas. En Ucrania, el servicio militar es obligatorio. Negarse a cumplir con ese servicio conlleva penas de hasta tres años de cárcel. De ahí que se estimen en 100.000 los jóvenes ucranios que se van de su casa y que se montan una especie de vida clandestina. Y eso sucede en un país cuyos dirigentes hacen todo lo posible para integrarse en la OTAN. ¿Cómo se van a integrar ante la falta de ardor guerrero de su gente?Hace años que la mili obligatoria desapareció del horizonte vital de los españoles. En realidad, buena parte de los llamados efectivos ha sido cubierta con ciudadanos de otros países que se encuentran más o menos diseminados en las distintas misiones de paz que las Fuerzas Armadas llevan a cabo en países complicados. Pero el fenómeno de Ucrania no es un grano que no hace granero. Cabe preguntarse cuántos jóvenes españoles no estarían hoy en la misma situación. El flagelo de la guerra está, afortunadamente, lejos. En realidad el enfrentamiento entre ideologías, religiones y visiones del mundo se ha globalizado. Ya no hay guerra de trincheras exclusivamente ocupadas por soldados. Hoy la guerra es para todos. Las llamadas armas estratégicas pueden acabar cayendo sobre objetivos estrictamente civiles. No moriremos por ser soldados, sino por haber nacido ahí donde hemos nacido.En estas condiciones, la idea de un Ejército extranjero que intenta invadirnos ya no se corresponde con la realidad. Los objetores ucranios son un fenómeno absolutamente comprensible. Pero ¿hemos analizado hasta dónde llegaría el sacrificio de una generación de españoles dedicados a las armas? En caso de conflicto armado, ¿cuántos desertores se contarían? Es más: ¿se han planteado la cantidad de colaboracionistas con el enemigo que se producirían ante una supuesta invasión?En la medida en que la guerra se ha tecnificado, ya todos somos carne de cañón. No se trata del aumento del pacifismo. La globalización también provoca escepticismo, ganas de vivir e indiferencia patriótica. Para enardecer las patrias basta con la Eurocopa, pero los ejércitos no provocan adhesiones. Ni aquí ni en Ucrania. Tal vez porque la gente sabe que las guerras ganadas siempre se pierden.La manía de prohibirDentro de tres años las bombillas de incandescencia van a estar prohibidas. La alternativa va a ser la bombilla de bajo consumo. Es una buena idea. Aquel filamento mágico daba luz, pero también calor. Dentro de tres años la luz antigua va a ser casi un delito.La buena intención de la medida choca con el recurrente recurso a la prohibición. Siempre se había dicho que el mercado era sabio y se autorregulaba. Ante la evidente ventaja y duración de las bombillas de bajo consumo, ¿creen los legisladores que hacía falta prohibir las tradicionales? El sifón ya no se lleva. La pluma ha sido vencida por el bolígrafo. No se prohibió la radio de galena, ni el termómetro de mercurio, ni el carrete fotográfico. ¿Prohibir? Ya basta.El éxitoUna buena idea escrita no es nada hasta que se lee cuando el escritor ya ha muerto.

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